jueves, noviembre 16, 2006

Killing the Fuckin' Kalamarrou

Desde que me asesiné, ya mi cabeza no es la misma. Ahora tengo algo en la cabeza por ejemplo, y es mucho gel. Pero el ser humano se mantiene. Me siguen gustando las sensaciones que me provoca un buen vino tinto, la camaradería del mate, la familiaridad del asado, los atardeceres rosados de las calles de Haedo, los brindis entre amigos, la carita de nena de una mujer, el rock bien básico y con onda, el cosmos de Borges, el fulbo en el potrero, el dulce gustito de alguna ilusión.

Desde que me asesiné, también asesiné a alguien más y cambié el envase, pero el contenido se mantiente.

Y no pude reprimir el instinto asesino...




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