martes, mayo 29, 2007

Alucinación angelical

Algunas veces trato de ser claro en mis pensamientos, pero claro, terminan tiñéndose de cierta oscuridad cuando te pienso. Es que cuando más quiero olvidar, más pienso. Y cuando más pienso, más quiero olvidar. Este maldito círculo vicioso compulsivo que me va oxidando poco a poco como la marea a un viejo barco anclado.
Y acá estoy, mientras tanto, tratando de entender y no entiendo. Entonces trato de adivinar y no adivino. Hoy no soy bueno para entender y resulta que tampoco para adivinar. Por eso, alimento manicomios y ni siquiera en ellos encuentro un remedio para mi almohada.
El asunto es que todo este asunto no tiene sentido. Estoy condenado a buscarte y me resisto tanto y caigo en la cuenta de que me cuesta tanto resistirme... Tantas veces me hiciste tan bien y tantas veces me hiciste tan mal que cada vez que cargo esas veces en la balanza me importa todo tres carajos y termino volcando la balanza a la mierda junto con todo lo que tiene alguna capacidad de medida en este mundo.
Algunas veces pienso que tengo un espíritu rebelde, obstinado, y que mi rebeldía vuela junto a vos. Aunque otras tantas veces, termino pensando en que soy un cabeza dura. Estoy pagando el precio de haberte encontrado, de que hayas puesto pirañas en mi cerebro. El problema no es que no aprendo, el problema es que me olvido de que aprendo. Vivo demasiado recordando aprendizajes olvidados. Se me complican las reglas en general y me amigo demasiado de la espontaneidad. Si tan sólo supieras cómo aprieta esta oscuridad en el pecho y cómo tu pesadilla es como una resaca que me da certeros martillazos al cerebro, y cómo, a pesar de todo, te mantenés erguida como una flor de loto en medio de ese paraje pantanoso, tenebroso, desolado, marginado, contaminado de mi alma.
El tiempo pasa y no me doy cuenta, como casi siempre. Me cuesta vivir en el tiempo y, sin embargo, estoy hecho de tiempo. El tiempo se mide entre tus recuerdos y mis olvidos. Si manipulaste mi destino y ahora sólo te pido mi libertad. Que eches mi destino al viento, al azar, a la marchanta. Aunque mi deseo sea que el viento, que el azar, que la marchanta sean rebeldes y no, como para que pueda volver a buscarte.
No me gusta esto de decirte que no te necesito para luego salir a buscarte. No me gusta esto de tratar de no buscarte para masticarme todo mi te necesito. Me hiciste ver un ángel que ahora me cuesta abandonar.

Etiquetas:

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

A veces las mejores decisiones nacen de las mayores confusiones.

Por eso yo, aunque parezca una contradicción, trato de mantenerme lo más lúcida posible en mis momentos de confusión. No vaya a ser que, de pronto, aparezca la certeza y yo esté dormida en ese momento.

05 junio, 2007 09:37  
Anonymous Anónimo said...

no se como llegue aca,
pero me gusto tu blog.



muchas palabras que comparto
sentimientos que no se van.



en particular hay frases que dicen lo que yo no sabia poner en palabras.




solo pasaba.
que sigas bien,
dani.

10 junio, 2007 00:25  

Publicar un comentario

<< Home